En 2017, sentía curiosidad por saber si las condiciones climáticas y medioambientales, fruto del paso del tiempo en una ciudad, podrían contribuir a pintar un lienzo. Fantaseaba, de hecho, con cómo podría ser el resultado.
Una vez decidido, llevé a cabo distintas pruebas. Una de ellas, la que presento aquí, consistió en pegar un lienzo en blanco en una ubicación concreta de la ciudad de Bilbao que había marcado previamente con una X.
Un año después, decidí volver al mismo lugar y comprobar si estaba el lienzo y si habría sufrido algún cambio.
Para mi sorpresa, el lienzo seguía allí. Y, además, resultó que los operarios del ayuntamiento habían pintado el muro sobre el que estaba colocado el lienzo. Por tanto, también habían pintado el propio lienzo que era ya parte del muro.
El objetivo se había cumplido. Aunque no fuese por condiciones climáticas, el lienzo había cambiado. Además, cuando lo arranqé de la pared, se podía ver el rectángulo de mismo tamaño que el lienzo, con el anterior color que tenía el muro, y la misma X dibujada en el medio.